Ejercicio físico en la tercera edad: mucho más que movimiento
11 abr 2025
El movimiento como herramienta de salud y dignidad
Hablar de ejercicio en la tercera edad es hablar de salud, bienestar y, sobre todo, de dignidad. Desde psicología del deporte, se ha podido comprobar cómo el movimiento en esta etapa de la vida se convierte en una herramienta poderosa para fortalecer no solo el cuerpo, sino también la mente y los vínculos sociales. El ejercicio no es solo una actividad física: es un acto de cuidado personal, de presencia y de vida.
Beneficios físicos del entrenamiento en adultos mayores
Desde el punto de vista físico, entrenar en la tercera edad implica mejorar la fuerza muscular, la movilidad, el equilibrio y la coordinación, factores clave para mantener la autonomía. Ayuda también a prevenir y controlar enfermedades como la diabetes tipo 2, la hipertensión o la osteoporosis. El American College of Sports Medicine (2019) indica que la actividad física regular puede reducir significativamente los riesgos de hospitalización y caídas, además de prolongar la independencia funcional.
Impacto emocional y cognitivo del ejercicio
Pero el impacto del ejercicio va mucho más allá del cuerpo. Diversos estudios han demostrado que el entrenamiento mejora el estado de ánimo, disminuye la ansiedad y fortalece la autoestima. Una investigación de la Universidad de Harvard (2008) señaló que los adultos mayores físicamente activos tenían un 30% menos de probabilidades de desarrollar deterioro cognitivo. En el mismo sentido, la Organización Mundial de la Salud (OMS) alertó que aproximadamente el 14% de los adultos mayores de 60 años padecen problemas mentales, siendo la depresión y la ansiedad las más comunes.
En 2023 sobre el crecimiento sostenido de la depresión en personas mayores: se estima que afecta a más del 13% de esta población, una cifra que va en aumento.
El ejercicio como antídoto emocional
Frente a este escenario, el ejercicio actúa como un antídoto emocional. Moverse con regularidad, dentro de un plan adaptado a cada persona, genera bienestar psicológico y una mayor percepción de control. Cuando un adulto mayor comienza a entrenar, no solo se entrena su cuerpo: se activa su confianza, su sensación de capacidad y su deseo de seguir participando de forma activa en la vida.
Entrenar en la tercera edad: una mirada empática
Es importante entender que entrenar en la tercera edad no implica exigencia extrema ni rendimiento deportivo. Se trata de adecuar el movimiento a cada historia, cada cuerpo y cada emoción. Como señala la gerontóloga María Teresa Anguera (2017), “el bienestar subjetivo en la vejez está estrechamente ligado a la percepción de utilidad y participación en la vida diaria”. Y el ejercicio, sin duda, contribuye a esa sensación de vitalidad.
Como profesional del entrenamiento, tu rol puede marcar la diferencia. Cada vez que decidís trabajar con una persona mayor, estás siendo parte de un proceso que permite devolverle confianza, salud, alegría y sentido de pertenencia. Este grupo, muchas veces olvidado, necesita ser visto, escuchado y acompañado. Y tú tienes las herramientas para hacerlo desde el movimiento, desde la empatía y desde el compromiso profesional.

Si quieres ampliar tu alcance profesional y aprender a entrenar personas de todas las edades, te invitamos a conocer nuestro Curso de Especialización en Salud para Entrenadores, donde podrás comprender las capacidades y limitaciones de distintas poblaciones para poder realizar entrenamientos adecuados.
Psicóloga y alumna certificada de la academia.